martes, 4 de agosto de 2009

4 de Agosto - Rubén




    Nació en el seno de una familia donde el arte siempre ocupó un lugar privilegiado, el 16 de julio de 1948 en el barrio de San Felipe, Ciudad de Panamá, República de Panamá.
En 1974, a los 26 años de edad se graduó de Abogado en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Panamá. Culminó sus estudios profesionales en la "Harvard Law Graduate School" el año 1985.
Desde los años 70 hasta la actualidad ha grabado más de 20 álbumes y ha participado invitado en mas de 15 producciones con varios artistas de distintos géneros y tendencias. Ha participado como actor en diversas producciones tanto de Hollywood como independientes. En reconocimiento de su labor ha recibido 6 premios Grammy.
Varios críticos de la música salsa no dudan en afirmar que existió un disco que marcó un antes y un después en el desarrollo de la salsa. Incluso el crítico musical peruano Luis Delgado Aparicio afirma que este disco es un hito en el desarrollo musical del siglo XX. El disco Siembra incluyó los temas clásicos Pedro Navaja, Plástico, Buscando Guayaba y Siembra.
Actualmente Blades trabaja para el Gobierno Panameño y se espera que después de ese compromiso vuelva a presentar alguna nueva producción.




Rubén Blades - Pedro Navaja





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    Felíx Rubén Garcia-Sarmiento conocido como Rubén Darío, nacío el 18 de enero en Metapa, Nicaragua pero su familia se mudó aLeón un mes después de su nacimiento. A la edad de doce años publicó sus primeros poemas "La Fé", "Una Lagrima" y "El Desengaño".
Rubén Darío participó con, o fue el líder de, muchos movimientos literarios en Chile, España, Argentina, y Nicaragua. El movimiento modernista era una recopilación de tres movimientos de Europa: romanticismo, simbolismo, y el parnasianismo. Estas ideas expresanpasión, arte visual, y armonías y ritmos como música. Puede decirse que su estilo es "exótico".
Sus poemas especialmente contienen todos estos sentimientos. En su poema "Canción de Otoño en Primavera." hay mucha evidencia de pasión y emociones fuertes. Pronto muchos literatos comenzaron a usar su estilo en una forma muy elgante, y cuidadosa, usando su estilo y sus palabras para hacer musíca con la poesía.



Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!




A Margarita Debayle - Rubén Darío(1908)

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