Llegó tarde a la copla. «En mi casa lo que se escuchaba siempre era flamenco», reconoce. Sin embargo, a Clara Montes, abanderada de la naturalidad y artista de pinceladas suaves y serenas, se le ha empujado siempre hacia ese género. «Me han etiquetado a menudo como cantante de copla, cuando no lo soy, en realidad». Ella misma recuerda que hace diez años, cuando ganó el premio de la Música por su disco de homenaje a Antonio Gala, compitió en la terna con Isabel Pantoja y Rocío Jurado; «no podía creérmelo». La copla, dice la cantante, nacida en Madrid pero gaditana por origen y residencia, «era como «la canción protesta de la época»; contaba las angustias y los devenires del pueblo, por eso el régimen franquista se la apropió: por su popularidad». Y no es, dice, un género muerto o propio del pasado; «Lo que hacen Serrat o Sabina es la nueva copla».
Clara Montes afronta la copla con una mirada propia. «Siento muy adentro estas canciones, y las interpreto desde mi visión». Entre los temas que incluye el disco figuran dos inéditos: «A manos llenas», una canción olvidada de León y Quiroga, y «La lluvia proseguía», a la que ha puesto música ella misma.
- Julio Bravo en ABC. Articulo:"Clara Montes se queda con la copla".
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En la poesía sintetizadora e intuitiva de Clara Janés confluyen tradiciones místicas de varias latitudes, canalizadas por un yo femenino que va tejiendo un cañamazo simbológico donde resaltan las vetas contemplativas, las manifestaciones del deseo erótico y los mitos de la madre telúrica. Superadas las crestas de la juventud y las mesetas de la madurez, y mutilada toda excrecencia representativa, estos versos terminan adentrándose en un paisaje boscoso, cerca ya de una tierra de nadie, de nada.
Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
NO SÉ
Soy hermosa y mi piel es suave
y el viento del mar me devuelve rocío
de tiernas tersuras.
Mi cabello perfumo y adorno de áurea madreselva
y mi pecho es redondo y casi virginal.
Tuve un amante que ensalzó mis caderas
y mi forma de amar intensa y silenciosa.
Podría ser aún como un río de luz en tus brazos.
No sé qué te retiene, si furtivo, he visto
un destello de ardor en tu gesto al pasar.
Can I go forward when my heart is here?
No conozco la astucia,
no soy como la hoja del chopo
que en oruga se oculta y arracima
antes de dar su tierno cuerpo al viento,
soy clara y sin pudor,
soy entera y tajante,
y no sé seducir.
Soy hermosa y mi piel es suave
y el viento del mar me devuelve rocío
de tiernas tersuras.
Mi cabello perfumo y adorno de áurea madreselva
y mi pecho es redondo y casi virginal.
Tuve un amante que ensalzó mis caderas
y mi forma de amar intensa y silenciosa.
Podría ser aún como un río de luz en tus brazos.
No sé qué te retiene, si furtivo, he visto
un destello de ardor en tu gesto al pasar.
Can I go forward when my heart is here?
No conozco la astucia,
no soy como la hoja del chopo
que en oruga se oculta y arracima
antes de dar su tierno cuerpo al viento,
soy clara y sin pudor,
soy entera y tajante,
y no sé seducir.
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A ningún político de ninguna época, a ningún diputado o representante del pueblo debe tanto la democracia en España como a Clara Campoamor. Le debemos nada menos que el sufragio universal, idea aparentemente muy admitida pero que para hacerse realidad precisa que las mujeres tengan los mismos derechos electorales que los hombres, durísima tarea que ha consumido en casi todos los países las energías de varias generaciones de mujeres y de hombres amigos de la igualdad. En el nuestro, se consiguió de golpe, sin aparente esfuerzo, porque el esfuerzo lo hizo una persona sola.
Muchos políticos no le perdonaron su exitosa lucha por el sufragio universal. Tras no ser incluida en las listas del Frente Popular, escribió «Mi pecado mortal. El voto femenino y yo». Murió en el exilio en 1972. Su ideal siempre fue la fusión de todos los republicanos en un partido con Azaña y Lerroux.
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