Nacido en Zaráuz (Guipúzcoa) en 1944. Licenciado en Humanidades por la Universidad Complutense de Madrid, también cursó estudios en el Institut des Hautes Etudes Cinématographiques en París. Dio sus primeros pasos profesionales como guionista de programas infantiles de televisión, medio que le permitió realizar su primer largometraje con sólo 22 años. Titulado Fantasía 3 (1966), se trató de la adaptación de una novela de L. Frank Baum.
En 1969 escribió y dirigió el melodrama Algo amargo en la boca, y al año siguiente, Cuadrilátero (1970), un homenaje al cine de boxeo de Hollywood. En 1971 rodó la exitosa película El techo de cristal y, en 1972, La semana del asesino. Sus siguientes trabajos son el filme de terror Nadie oyó gritar (1973) y el thriller Una gota de sangre para morir amando (1973), en la que actúa el actor y director andaluz Antonio del Real.
Afiliado ya al Partido Comunista, donde no se entendió bien su homosexualidad, dirigió Juego de amor prohibido (1975), La otra alcoba (1976), Los placeres ocultos (1977), La criatura (1977), El sacerdote (1978), con el que obtuvo el Premio ACE al Mejor Director; y El diputado (1979), muchas de ellas protagonizadas por personajes homosexuales.
Comienza los años 80, dirigiendo Miedo a salir de noche (1980), Navajeros (1980), La mujer del ministro (1981), Colegas (1982), El pico (1983) y El pico 2 (1984), filmes en los que retrató la delincuencia, la drogadicción y las injusticias sociales y políticas, temas mal vistos en aquella época por algunas esferas del Partido Comunista. Sus dos últimos trabajos tras un forzoso parón de más de 10 diez años a causa de su adicción a la heroína fueron Otra vuelta de tuerca (1985) y La estanquera de Vallecas (1987).
Volvió a dirigir en 2001, en este caso, el telefilme Calígula para TVE. En 2003 regresó a las pantallas cinematográficas con Los novios búlgaros, una adaptación de la novela homónima de Eduardo Mendicutti. Cuenta una historia de un amor homosexual ligada al tema de la inmigración ilegal. Fue financiada por Pedro Olea y Eduardo Campoy.
En 2004 recibió el Premio Honorífico en el Zinegoak, el Festival Internacional de Cine Gay-Lesbo-Trans de Bilbao, en reconocimiento a su trayectoria cinematográfica, que apoyó la causa de los derechos humanos de gays, lesbianas y transexuales. Su siguiente proyecto quería ser la adaptación cinematográfica de la obra de Albert Camus (1913–1960), Los justos.
Murió en 2006 a causa de una septicemia tras una operación de cáncer de riñón. Meses después de su fallecimiento, el cineasta vasco recibió un homenaje en la IV edición del Zinegoak, donde se proyectaron sus largometrajes La semana del asesino (1971), El diputado (1979), Otra vuelta de tuerca (1985) y Los novios búlgaros (2003).
Fuente: vidasdecine.es
Foto: El pais
El Pico - Eloy de la Iglesia
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Eloy nació el 19 de Febrero de 1977 en Madrid. Es hijo del humorista Eloy Arenas, al que le debe conocer la profesión del espectáculo desde dentro, profesión que corre por sus venas desde muy niño.
Su primera aparición en cine fue como protagonista de Como un relámpago donde compartió cartel con Santiago Ramos y Assumpta Serna, dirigidos por Miguel Hermoso. Ésta fue la confirmación de que no quería hacer otra cosa salvo actuar. Entró en la escuela de Arte Dramático interpretando un monólogo escrito por su padre.
Hasta su papel en “El año del diluvio” no ha parado de trabajar, entre otras: “Atómica” de David Menkes y Alfonso Albacete, “Todo sobre mi madre” de Pedro Almodóvar, “Besos para todos” de Jaime Chávarri (con la que obtuvo varios premios), “Juana la loca” de Vicente Aranda, “Guerreros” de Daniel Calpasoro.
Premios
Premio Revelación por El retrato de Dorian Gray, Premio Ercilla 2004.
Premio Mejor Actor por Besos para todos, Festival Internacional de Cinema de Comedia de Peñíscola 2001
Premio Mejor Actor por Besos para todos, Cartelera Turia 2001
Shooting Star 2001, European Film Promotion, Berlín, febrero 2001
No me pidas que te bese, porque te besaré - Dirigida por Albert Espinosa
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Poeta español nacido en Murcia el 24 de Junio de 1948. Profesor de literatura española en la Facultad de Letras de la Universidad de Murcia, obtuvo el Premio Adonais de 1977 con su libro Maneras de estar solo (Ediciones Rialp, Madrid, 1978), que lo dio a conocer en la poesía española contemporánea. Ha publicado posteriormente otros seis libros de poemas: Páginas de un diario (El Bardo, Barcelona, 1981), Elegías (Trieste, Madrid, 1984), Autorretratos (Ediciones Península / Edicions 62, Barcelona, 1989; segunda edición, mismo año), La vida (Tusquets Editores, Barcelona, 1996; décima edición, 2008), La certeza (Tusquets Editores, Barcelona, 2005), al que se le concedió el Premio Nacional de la Crítica correspondiente al año de su publicación, y Oír la luz (Tusquets Editores, Barcelona, 2008).
Su poesía completa ha sido publicada hasta la fecha en tres ocasiones: Las cosas como fueron (1974-1988), recopilación de los cuatro primeros libros del autor, con numerosas correcciones (Editorial Comares-La Veleta, Granada, 1992; segunda edición, revisada, 1995) y Las cosas como fueron (Poesía completa, 1974-2003), que recoge todos los títulos de Sánchez Rosillo (excepto La certeza y Oír la luz), con nuevas correcciones y algunos poemas inéditos (Tusquets Editores, Barcelona, 2004). Hay también una antología de su obra, Confidencias, con prólogo y selección de Andrés Trapiello (Editorial Renacimiento, Sevilla, 2006).
Ha publicado asimismo el ensayo La fuerza del destino (Universidad de Murcia, 1992), y traducido una Antología poética de Giacomo Leopardi (Editorial Pre-Textos, Valencia, 1998; segunda edición, 2004). Seleccionó e hizo el prólogo de El volador de cometas, antología poética de Andrés Trapiello (Editorial Renacimiento, Sevilla, 2006). Ha colaborado en numerosas revistas literarias y sus poemas figuran en las antologías más representativas de la poesía actual. Alguno de sus libros y selecciones más o menos extensas de su poesía han sido traducidos a diversos idiomas.
Fuentes: amediavoz.com; Wikipedia
La Muerte Del Silencio
Como alguien que después de un vasto tiempo de oscuridad
descubre tras el rostro de la noche
la inesperada presencia del amanecer,
halló el adolescente en un repliegue de su vida
un tesoro nimbado de misteriosos brillos:
era la muerte del silencio. Y el muchacho
penetró en el umbral de la poesía
con paso decidido y fervor en su pecho:
allí estaba la luz de la palabra,
el extraño fulgor de cada hora,
la ignorada expresión de la hermosura
en el regazo de lo conocido.
Un día, con un libro bajo el brazo,
anduvo por las calles soñolientas y tibias
de una ciudad del sur, de su ciudad.
Sentóse al fin en una plaza silenciosa
y vio cómo las manos del sol acariciaban
el oscuro verdor de los magnolios
con más amor que en otras primaveras.
Abrió entonces el libro. Y sólo dos palabras
en su portada halló:
Teócrito: Idilios.
Y el pastor siciliano se aproximó al muchacho
y le contó muchas historias, tan hermosas
como frutas silvestres o el canto de un jilguero.
Con voz muy dulce hablóle largamente
de los amores mitológicos, simples y fabulosos.
Y cuando sus palabras se apagaron
una flauta afligida se despertó a lo lejos.
La luz mediterránea descansaba
en la plata apacible del olivo;
las cigarras cantaban en la sombra;
cerca del mar crecían las adelfas.
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