Basilio Martín Patino nació el 29 de octubre de 1930 en Lumbrales (Salamanca). Sus padres, ambos profesores, eran de derechas y católicos y sus dos hermanos se dedicaron a la vida religiosa (su hermano José María, sacerdote, fue secretario del cardenal Tarancón y otra hermana es religiosa). Sin embargo, Basilio tomó un camino muy distinto, asumiendo posturas anarquistas que se verían reflejadas en su cine. Estudió en la Universidad de Salamanca, licenciándose en Filosofía y Letras, y posteriormente obtuvo el título de director-realizador por la Escuela Oficial de Cine de Madrid.
Antes de dedicarse al cine realizó estudios literarios y escribió Calle Toro, antes Generalísimo, libro que fue finalista del Premio Biblioteca Breve pero que el mismo autor no quiso publicar aunque se lo propusieron (por ejemplo el historiador Manuel Tuñón de Lara lo quiso publicar en París). En sus comienzos, Martín Patino fue uno de los pioneros de la publicidad en España, pero su carácter independiente le hizo dedicarse a sus propios proyectos, siendo en 1953 cuando se acercó verdaderamente al cine, creando el cineclub de la Universidad de Salamanca y publicando la revista Cinema Universitario.
Una obra a destacar sería Canciones para después de una guerra (1971), fue objeto de la censura, que prohibió la película durante años. Se trata de un documental que se sirve de archivos fílmicos de la postguerra y de canciones de la época para rescatar el periodo comprendido entre la caída de Madrid y la llegada a España de la televisión en el año 1956. En el reparto figuran personajes de la talla de Lola Flores, Imperio Argentina, Estrellita Castro y Juanita Reina.
Sus siguientes trabajos, los documentales Queridísimos verdugos (1977) y Caudillo (1977) fueron rodados de forma clandestina.
En 1985 estrena un nuevo largometraje, Los paraísos perdidos, en el que actuó Francisco Rabal; y, dos años después, Madrid (1987),y dónde de forma documental refleja el estado de dejadez de lugares tan emblemáticos de Madrid como el Frontón Beti-jai. Esta película obtuvo el Delfín de Oro en el Festival Internacional de Cine de Tróia (Portugal)
Destaca también su interés por las tecnologías audiovisuales, tanto las pioneras (posee una colección de zoótropos y linternas mágicas, instalada en la sede de la Filmoteca de Castilla y León) como las nuevas, lo que le lleva a investigar las posibilidades del vídeo desde su aparición, así como los recursos que la imagen en 3D, los videomuros o la edición informática pueden ofrecer al creador.
En 2007 recibió el título de Doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca.
Fragmento de la película "Madrid" de Basilio Martin Patiño (1987)
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Basilio Antonio Fergus Alexander, mejor conocido como "BASILIO"
nació en la ciudad de Panama, Rep. de Panama. Se crió en ciudad Panama hasta que terminó sus estudios básicos graduándose como bachiller en ciencias.
Su deseo incontenible de conocer otros mundos y estudiar medicina lo llevan al cabo de poco tiempo al viejo continente, (Europa) concretamente Francia, donde comienza sus estudios de Medicina.
Toda su vida desde Panama la música siempre habia atraído a Basilio, posiblemente porque: cuenta nuestro personaje; "desde pequeño en casa mi madre compró un piano, somos dos hermanos, una hermana y Yo. Mi madre decia que si la niña tomaba clases también tenia que hacerlo Yo".
Parece cosa del destino, al cabo de un tiempo Kenneth Pearlberg hoy Dr. en Oftalmologia en los E.E.U.U. un compañero y mejor amigo lo motiva a trasladarse a España a seguir estudiando allá; sin saber que el curso de su vida iria a tomar otro rumbo La Música.
Es en España donde conoce al Sr Pablo Herrero, excelente e histórico compositor y productor creador de muchas figuras de la música pop de España como Nino Bravo, Juan Bau, Formula Quinta etc. y eventualmente a Basilio a quien ayuda a convertirse en la década de los "70" en una de las estrellas más populares de la música pop española. Exito más sonoro de esta etapa que le dió la vuelta al mundo hispano parlante incluyendo a América porsupuesto fue y es Cisne Cuello Negro escrito y Producido por el conocidísimo Manuel Alejandro.
Fuente: forministry.com
Basilio - Cisne cuello negro (1978)
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Basilio Fernández López, poeta español, nacido en Valverdín, provincia de León en 1909 y fallecido en Gijón en 1987. Pasó en tierras leonesas toda su infacia hasta que su familia se trasladó a Asturias donde estudió bachillerato, en el instituto Jovellanos de Gijón. Allí fue alumno de Gerardo Diego, con quien mantuvo una buena amistad, así como con Gonzalo Torrente Ballester con quien estudió bachillerato en la facultad de Derecho de Oviedo. Aunque no dejó de escribir tuvo que hacerse cargo de los negocios familiares lo que le alejó de los círculos literarios publicando en varias revistas algunos de sus poemas. Fallecido en 1987, su sobrino recopilaría sus poemas inéditos en un libro que tituló Poemas de 1927-1987, que fue galardonado con el premio Nacional de Poesía.
El 28 de Julio
El 28 de julio de un año sin gloria
nací a la extrañeza,
y al bienestar de los rincones familiares,
discontinuo y sin sueño
como el que no espera visitas.
Nunca necesité afanes para diluirme,
ni testigos para la emancipación al menudeo;
sin transacciones ni pretextos
he rechazado el clima de esas horas inevitables
vana escoria de una imagen desenfocada.
Condenado a negarme,
y a firmar pactos de inactividad con maniquíes
sibilinos,
he llegado a este mundo
como un puente tendido a la contradicción
o al nihilismo de los galeotes.
Guiado por vilanos,
desatrancando puertas cerradas al hastío de los
transportes,
he desdeñado los mejores auspicios
y las frambuesas anexionadas por un devaneo
de otoño.
Al paso del tiempo,
apenas me doy cuenta del declive de la virtud,
de la degradación paulatina de las tormentas de
verano
de las torres oblicuas
que se tambalean
en el error de las actitudes imprevisibles.
A veces prolongo las palabras con que juego
sin gran convicción
y vagamente sigo la porfía
de una nueva forma de vislumbre.
Sálvese el que pueda
en el cataclismo de la tristeza
o en las consolas donde naufragan los deseos
imbricados en lo irreal
aunque sin provecho de nadie.
Poco se sabe
de los predestinados a la irreflexión
y mucho menos
de los que comparten su miseria en el
aburrimiento.
Más de trescientos años queman mi orgullo,
mis gestos de pana marchita
o cordobán raído, ahíto de polvo,
sobre la prudencia anónima
que cede a la vanagloria de la luz.
Ahora me asomo a los proyectos olvidados
y a las citas equivocadas en los planes del
viento.
Sólo una mano inadvertida repara la tramoya.
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