Nació el 27 de diciembre de 1944, a las 4 de la mañana en el Hospital Fernández. Fué sonámbulo, tenía miedo a los perros y sufría recurrentemente pesadillas.
Aparecerán las amigas que leen a Cortáza, y los amigos del barrio se quedarán en la esquina de Soldado de la Independencia y Matienzo actualizando la estadística de las minas “se dejaban” y las que nó, mientras Subiela toma, casi todas las tardes, el colectivo 259 rumbo al centro de la ciudad, o mejor dicho rumbo al cine Lorraine.
Aunque todavía no era conciente de eso, estaba contrayendo un nuevo amor al que no abandonaría nunca.
En 1969 conoce a Mora Moglia, la mujer más importante de su vida, que le permitirá realizar su mejor obra: sus hijos Guadalupe, Eliseo Ignacio y Santiago. En su filmografía, producto de su visión un tanto surrealista y, ciertamente, particular, cabe destacar entre otros: "El lado oscuro del corazón"(1992), "No te mueras sin decirme a dónde vas" (1995)y la reciente secuela "El lado oscuro del corazón II", entre otras. Fue nombrado “Chevalier dans l´ordre des Arts et des Lettres de la Republique Française (1990) y Miembro Honorario de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España (1995). En 2005 obtuvo la Beca de la Guggenheim Foundation. En la actualidad sigue considerándose un estudiante de cine “avanzado”, y disfrutando con alivio del descubrimiento que le han permitido los años:"Jamás se llega a ninguna parte. Lo que importa es el viaje".
El lado oscuro del corazon
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"Mi nombre es Eliseo Diego. Soy, de oficio, poeta, es decir: un pobre diablo a quien no le queda más remedio que escribir en renglones cortos que se llaman versos. Y lo hago no por vanidad o por el deseo de brillar, o qué sé yo, sino por necesidad, porque no me queda más remedio que escribir estas cosas que se llaman poemas".
Reseña de El País.
La Baraja de Eliseo Diego
Salta el rey, y los bastos cerrados
lo acometen brutales. Los oros
van huyendo en la vasta llanura.
Y ha caído la sota funesta
junto al buen caballero. La parda
extensión se ilumina, destella
con el rojo de infancia, y el verde
memorable y veraz, y los hondos,
los soñados azules de infierno.
La batalla creciente deslumbra
en espadas, penachos, banderas
crepitantes o justas. Y vuelven,
y regresan los bastos, las copas
taciturnas, los oros veloces,
y derriban al rey. Han caído
con el rey el silencio y el polvo
en la mansa extensión de madera.
Poema en video: Donde nunca jamás se lo imaginan de Eliseo Diego por Eliseo Diego
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