lunes, 8 de marzo de 2010

8 de Marzo - Juan de Dios







    Compositor y Director de Orquesta, fue un hábil intérprete de piano, guitarra, violín y armonio, instrumento este último en el cual creara gran parte de su repertorio. Filiberto fue y será una de las figuras más preponderantes del tango, autor de obras como "Quejas de bandoneón", "Caminito", "Cuando llora la milonga", "El pañuelito", "Malevaje", "Clavel del aire", y tantas otras que engrandecieron la "Canción Porteña". En pleno barrio de La Boca, al 200 de la calle Necochea, el 8 de mayo de 1885 nace Juan de Dios Filiberto. Fue el mayor de ocho hermanos, de abuelos sicilianos, desde pequeño debió colaborar con el sustento familiar desempeñándose en variadísimos oficios; fue estibador y oficial de panadería, albañil, mecánico y vendedor ambulante, lustrabotas y calderero en la compañía naviera Mihanovich.
El propio Filiberto solía contar que su vocación por la música comenzó a sus seis años cuando el padre lo llevó de viaje a Lobos donde, juntos, escucharon unos tangos en "La Estrella", el legendario local donde se decía que fue asesinado Juan Moreira; su tío, Santiago, tocaba ahí el organito y, de tanto en tanto, lo dejaba dar unas vueltas a la manivela.
Fuente: hagaselamusica.com




Sandra Savoia - MALEVAJE


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Nacido en la ciudad de México en una familia conservadora, alumno predilecto del gran pensador mexicano Ignacio Ramírez "El Nigromante". A la vez hispanófilo y nacionalista, se empeñó en versificar castizamente y en hacer poemas con motivos y escenarios locales. En 1878 es nombrado secretario de la embajada de México en España y allí conoce personajes como el politico Castelar, y escritores como Núñez de Arce, Campoamor y Selgas. Al regresar a México es electo diputado al Congreso al que siguieron otros cargos publicos, pero sin abandonar las letras. Periodista de prosa suelta y clara, comediógrafo y fundador de la primera sociedad de autores mexicanos, fue sobre todo poeta muy admirado en los países de lengua española y traducido inclusive al japonés. Su esposa lo abandonó y esta tragedia convirtió a Peza en el -cantor del hogar-. A menudo se encuentran en Peza poemas admirables, como -En las ruinas de Mitla-, siempre con una facilidad y abundancia en la versificación que, si lo ponen a distancia de lo que por ahora consideramos poesía, también lo hacen digno del respeto que Le Corbussier reclamaba para todo trabajo bien hecho. Entre los libros que publicó estan: Hogar y Patria, La Lira de la Patria, El Arpa del Amor, Recuerdos y Esperanzas, Flores del Alma y Vinos Festivos. Históricamente la importancia de Peza es crucial: su empleo del habla cotidiana y su prosaísmo, limpió la lengua poética del peso muerto que arrastraba el romanticismo mexicano y preparó, sin saberlo y tal vez sin quererlo, el advenimiento de los modernistas.
Fuente: epdlp.com



Este Era Un Rey...

Ven mi Juan, y toma asiento
en la mejor de tus sillas;
siéntate aquí, en mis rodillas,
y presta atención a un cuento.

Así estás bien, eso es,
muy cómodo, muy ufano,
pero ten quieta esa mano;
vamos, sosiega esos pies.

Este era un rey... me maltrata
el bigote ese cariño,
Este era un rey... vamos niño,
que me rompes la corbata.

Si vieras con qué placer
ese rey... ¡Jesús! ¡qué has hecho!
¿Lo ves? en medio del pecho
¡me has clavado un alfiler!

¿Y mi dolor te da risa?
escucha y tenme respeto:
éste era un rey... deja quieto
el cuello de mi camisa.

Oír atento es la ley
que a cumplir aquí te obligo...
Deja mi reloj... prosigo.
Atención: Este era un rey...

Me da tormentos crueles
tu movilidad chicuelo,
¿ves? has regado en el suelo
mi dinero y mis papeles.

Responde: ¿me has de escuchar?
Este era un rey... ¡qué locura!
me tiene en grande tortura
que te muevas sin parar.

Mas ¿ya estás quieto? Sí, sí
al fin cesa mi tormento...
Este era un rey, oye el cuento
inventado para ti.

Y agrega el niño, que es ducho
en tramar cuentos a fe:
"Este era un rey..." ya lo sé
porque lo repites mucho.

Y me gusta el cuentecito
y mira ya lo aprendí:
"Este era un rey", ¿no es así?
"¡Qué bonito! ¡Qué bonito!"

Y de besos me da un ciento,
y pienso al ver sus cariños:
los cuentos para los niños,
no requieren argumento.

Basta con entender
su espíritu de tal modo
que nos puedan hacer todo
lo que nos quieran hacer.

Con lenguaje grato o rudo
un niño, sin hacer caso,
va dejando paso a paso
a su narrador desnudo.

Infeliz del que se escama
con esas dulces locuras:
¡si estriba en sus travesuras
el argumento del drama!

¡Oh Juan! me alegra y me agrada
tu movilidad tan terca;
te cuento por verte cerca
y no por contarte nada.

Y bendigo mi fortuna,
y oye el cuento y lo sabrás;
"Era un rey a quien jamás
le sucedió cosa alguna".




Poema: "REÍR LLORANDO" Juan de Dios Peza

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